El caer de las hojas, el retornar del frío, los anocheceres tempranos y la llegada del otoño anuncian época de castañas… Este fruto seco es ideal para compensar la melancolía y la depresión de esta estación.
Las castañas son un tentempié perfecto entre horas. Su capacidad saciante calma el apetito gracias a carbohidratos complejos de liberación lenta que equilibran los niveles de azúcar en sangre.
Ayudan a reducir el agotamiento, controlan la retención de líquidos, previene la anemia y son alcalinizantes. Contienen poca grasa y son una rica fuerte de potasio, calcio, magnesio, hierro y vitaminas del complejo B.
Su uso se recomienda en enfermedades como insuficiencia renal, litiasis, uretritis y cistitis.
Es un alimento ideal en el embarazo, ya que favorece la formación del feto y está indicado su consumo en la lactancia por sus propiedades galactógenas.
Para su buena digestión es mejor comerlas asadas o hervidas, desprovistas de la piel fina peluda debajo de la cáscara y por supuesto bien masticadas. Tienen propiedades astringentes por su presencia de taninos, con lo que las hace ideales en caso de colitis aguda, crónica o diarrea.
Si tienes cerca una chimenea, no dudes en asarlas en el rescoldo del fuego; recuerda hacerles un corte en la corteza para que no salten.
Si paseas por las calles de Madrid, busca alguna castañera y compra un cucurucho de castañas calientes, seguramente que si tienes frío en las manos alguna terminará en tu bolsillo.
Cris Parga
Gracias por la publicación muy interesante.
Me ha encantado un saludo.
Gracias a ti Raúl.
Cuídate mucho!
Un placer saludarte